Aunque a menudo se produce con un objetivo propagandista, muchas de las primeras vistas modernas a vista de pájaro pueden verse como un producto cultural contradictorio. Por ejemplo, las opiniones españolas encargadas por los gobernantes de los Habsburgo no contribuyeron a apuntalar el sistema que se suponía que debían dignificar. En cambio, las opiniones de Anton van den Wyngaerde en la década de 1560 y las reproducidas en Civitates orbis terrarum (1578-1612) reflejan y construyen un sentido de orgullo local en el contexto de un estado totalitario que aspira a la uniformidad y el control social. La reivindicación de la fragmentación contra la noción de unidad del estado es solo una de las paradojas incrustadas en la producción de visiones a vista de pájaro. El hecho de que las vistas destaquen los palacios reales, las casas de la nobleza y los edificios de las iglesias no oculta el hecho de que no existe un concepto de planificación urbana que lo abarque todo y que haga que esas ciudades sean ideales a los ojos del espectador. Además, los diferentes ángulos de visión y la presencia de los dibujantes también transmiten una idea de hegemonía que resalta al sujeto individual, socavando la noción de subordinación de ese sujeto. Esto se ve corroborado además por la posición cambiante del espectador, que puede ocupar la posición del artista y que, como habitante urbano, es también objeto de estudio, es decir, la vista.

Volume 36 Issue 3, September 1999, pp. 17-30

https://doi.org/10.3138/2J40-12QU-V8W5-7800